domingo, 12 de febrero de 2012

Cuadernos (VII)


513.

La respuesta no sólo antecede a la pregunta: la genera, la
procrea, le da sentido a la duda.


514.

Ahora lo sabes: tu ajuste de cuentas es con el paisaje. Tu
encuentro es con él (sin testigo), pues es el paisaje quien
administra los rigores del tiempo.


515.

Las parejas son el resultado de la asimetría. La consumación
de la disidencia, el hedonismo de las discordias. La última
esperanza de la paradoja.


516.

San Cristóbal no es mi lugar sino mi tiempo: revivo su peso
—el peso de esta ciudad está en el aire. San Cristóbal es un
instante dilatado.
Vuelvo a la Aldea de donde no son oriundos los hombres y
hasta el paisaje es un viajero, donde nacen aquellas
circunstancias indelebles.


517.

PRIMERO DE ENERO 2012
El tiempo de los tuyos, el tiempo de los míos. De los que
nacen y despiertan mientras todo se consume. Este es su
instante. De los míos que se reiteran como la tierra, de los
tuyos que como ella se van.


518.

Mantengamos turbio el silencio, que no se asiente... que no
aclare. Basta con prolongar su leve sacudida para detener el
tiempo. Esto es como un poema. Aquí se vale todo. Mantén
sucio el gesto que, desde el punto de vista del olvido, todo es
estrictamente bello.


519.

X: Todo, hasta lo más inocente, me recordaba el amargo de la
muerte
Y: Confunde usted la memoria con el presentimiento.


520.

Lo recio no es que haya llegado tu hora exacta. Lo recio es, en
cambio, que los tuyos no distingan al impostor que hoy
ocupa tu silla en la mesa y toma con la zurda tu alimento. Y,
¡claro! Esto de defender tu cuerpo sin saber de quién.


521.

Es cierto. La anatomía del grito en todo se asemeja a la
plegaria.


522.

Cuántas veces el tiempo vestido de hombre entra a tu casa sin
saludarte, roba tu lugar en la mesa, sorbe tu sopa y lleva tu
cuerpo a dormir?


523.

Hay cosas que no nacieron para las palabras. En su presencia
se borra la frágil distancia que nos hace hombres.
Sucumbimos frente a ellas. Sólo nos queda mirar o gritar,
como un animal cualquiera.


524.

Al día siguiente nadie —y todos saben que nadie eres tú o lo
que anoche protestaba en ti— distingue esa respiración
profunda que hoy adorna tus palabras.
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...Y cuántas veces al amanecer has cambiado de acento y tu
voz es seca. «Es cansancio», te dices. Cansancio de ser hombre
y no ser en cambio su inmediatez.


525.

Evito las palabras, hago silencio. Pero en esa acción de
guardar, en ese tiempo sin palabras, se realiza un discurso
adentro. Somos prisioneros del lenguaje.


526.

No ames ya, vida mía, el cadáver santísimo de Cristo. Toma el
mío junto al tuyo y hagamos otro cuerpo en el
agradecimiento y la celebración.


527.

Al escribir no basta con que las palabras estén bien escogidas
—sean las que se precisan— sino que éstas deben además
demostrarle a su autor que son insustituibles.


527.

BOGOTÁ, 23 MARZO 2012
Vuelvo a comprar este libro de H. Rojas Herazo. Vuelvo a
subrayar pero con mi propia mano el mismo verso que
resume la razón de estar aquí «...el amor es vegetal por eso:
porque rompe y emerge/porque sube/porque la muerte sufre
con su vuelo».


528.

¡Día Mundial de la Poesía! en lugar de escribir un verso me da
por saltar atrás, una vez y otra vez y otra vez hasta formar una
fila de hombres suficiente como para salir a ganarle con
Eduardo Sifontes todas las batallas a la muerte.


529.

UN LIBRO IMPERTINENTE
¿Para qué editar el Diario de Ángel Rama en Monteávila
Editores? No encuentro pertinencia en ello. Un triste
cuaderno cargado de mezquindad y egolatría contra la
intelectualidad venezolana deja muy mal parado al escritor
uruguayo.
Celebrarlo por su miseria es de por sí un contrasentido.
Pero que seamos nosotros los editores de quienes nos
ofenden nos expone al absurdo.


530.

Después de hablar con X sobre «la situación del país»,
entendí qué existe la clase media cuando unos pobres se creen
mejores que otro pobres.

Cuaderno XXXI

                              Apuntes sobre el Haiku     *** Cuando no tengas nada que decir, escribe un haiku.    ***   ¿De qué hablamos en...